El recuerdo puro carece de fecha. Tiene una estación. Qué sol o qué viento hacía en ese día memorable?. Esa es la pregunta que da la tensión justa de la reminiscencia. Entonces los recuerdos se convierten en grandes imágenes, agrandadas, agrandadoras. Están asociadas al universo de una estación, que nos engaña y que bien podemos llamar la estación total, que reposa en la inmovilidad de la perfección. Estación total porque todas sus imágenes expresan el mismo valor, porque con una imagen particular ya poseemos la esencia.
Gaston Bachelard La poética de la ensoñación
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