La esperanza es hambre de nacer del todo, de llevar a plenitud, lo que solamente llevamos en proyecto. En este sentido, la esperanza es la substancia de nuestra vida, su último fondo; por ella somos hijos de nuestros sueños, de lo que no vemos, ni podemos comprobar. Así fiamos nuestra vida en su cumplimiento a algo que no es todavía, a una incertidumbre. Por eso tenemos tiempo, estamos en el tiempo, pues no tendría sentido consumirnos en él, si ya estuviésemos forjados del todo, si hubiésemos nacido enteros y acabados.
María Zambrano
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