jueves, 18 de marzo de 2010

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La voluntad de mirar el interior de las cosas hace que la vista se vuelva aguda, la vista se hace penetrante. Hace de la visión una violencia; halla la fractura, la grieta, el intersticio mediante el cual se puede velar el secreto de las cosas ocultas. A partir de esa voluntad de mira dentro de las cosas, de mirar lo que no se ve, lo que no se debe ver, se forman extrañas ensoñaciones que hacen fruncir el ceño. No se trata entonces de una curiosidad pasiva que espera los espectáculos sorprendentes, sino en verdad de una curiosidad agresiva, etimologicamnete inspectora.

Gaston Bachelard

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